¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas no tienen problema en correr regularmente, mientras que tú no puedes hacerlo con ninguna consistencia?
Tal vez te has preguntado cómo esos corredores habituales se mantienen motivados para seguir corriendo día tras día, mes tras mes, año tras año.
Quizás has reflexionado sobre cómo podrías encontrar esa motivación. Tal vez has pedido consejos a otros corredores sobre cómo motivarte o has buscado en línea ideas para impulsarte a correr.
Pero, ¿y si no se trata de motivación en absoluto?
¿Qué pasaría si simplemente se tratara de decidir correr y tener la disciplina para hacerlo?
¿Curioso?
En este artículo vamos a desglosar los puntos clave sobre la motivación para correr:
- Qué es la motivación para correr.
- Por qué la motivación por sí sola no es suficiente.
- 4 pasos para convertirte en un corredor constante.
¿Listo?
¡Vamos a ello!
¿Qué es la motivación para correr?
La motivación es ese impulso inicial de inspiración que obtienes cuando te inscribes en una carrera emocionante, te propones un propósito de año nuevo o te unes a un gimnasio.
Es cuando tu mente recorre todas las emocionantes sesiones de entrenamiento que tienes por delante, comprometiéndote mentalmente a dar el 100% en cada una, y quizás incluso jugueteando con la idea de agregar sesiones adicionales.
¡Esto es genial! Sin motivación, nunca pondríamos en marcha nada.
Pero donde la motivación se malinterpreta es cuando se sobrestiman sus poderes.
La motivación es voluble. Por naturaleza, no permanece por mucho tiempo. No puedes depender de la motivación para la consistencia en correr.
Aquí es donde entra en juego la creación de hábitos consistentes (más sobre esto más adelante en el artículo).
¿Cuándo es buena la motivación?
Solo tienes que hojear una revista de running o buscar en línea para descubrir que la gente siempre está ansiosa por encontrar algo que los motive a correr.
Y hay muchos consejos que inducen la motivación: Inscríbete en una carrera. Encuentra un compañero de running que te mantenga responsable. Crea un plan de entrenamiento. Establece metas. Recompénsate.
Estos consejos pueden ser excelentes para iniciar un hábito.
Sin embargo, no son probablemente suficientes para hacer que te levantes antes de que salga el sol para una carrera antes del trabajo durante más de un corto período de tiempo. Tus metas, una vez frescas y emocionantes, eventualmente se desvanecerán y perderán su poder ante la atracción de una cama cálida y acogedora.
Por Qué La Motivación No Es Suficiente
La motivación por sí sola no basta para lograr el éxito a largo plazo en el running. ¿Por qué?
Tu objetivo se volverá obsoleto y sin vida.
Cuando la mayoría de las personas hablan de ‘encontrar la motivación‘ para correr, se refieren a razones externas y a corto plazo para salir por la puerta.
Quizás quieren entrar en sus viejos jeans, verse bien para una reunión de la escuela secundaria, o tachar un maratón de su lista de deseos.
No hay nada de malo con estas razones y, de hecho, son probablemente suficientes para que alguien empiece a correr… por un tiempo.
Incluso aquellos factores motivadores que parecen tener más peso, como ser más saludable, perder peso, reducir tu colesterol, tu motivación para estos también inevitablemente se desvanecerá.
Cualquiera que haya hecho una resolución de Año Nuevo con convicción y entusiasmo, solo para encontrar que ha perdido su brillo en febrero, conoce bien este patrón. Querer crear un nuevo hábito positivo o alcanzar una meta puede parecer motivador, pero confiar en esos deseos o metas para cambiar tu comportamiento sobreestima el poder de la motivación.
El problema con la motivación es que inevitablemente la perderás. Esto no te hace débil, solo significa que la motivación no es suficiente.
¿Por qué no es suficiente la motivación para mantener un hábito de correr? Simplemente no lo es.
4 Pasos Para Convertirte En Un Corredor Consistente
Entonces, si las tácticas típicas de motivación no son suficientes a largo plazo, ¿cómo te conviertes en un corredor constante y de por vida?
Paso 1: No Esperes Estar Motivado Para Correr
El primer paso es reconocer que no necesitas motivación para correr.
Recuerda, incluso los grandes corredores no suelen disfrutar correr cuando empiezan.
No necesitas querer correr o tener ganas de correr para salir y correr realmente.
No necesitas tener una carrera en tu calendario o un amigo esperándote para obligarte a salir por la puerta.
Tampoco necesitas disfrutar de cada carrera.
De hecho, si solo vas a correr cuando tengas ganas de correr, nunca te convertirás en un corredor constante.
Si conoces a alguien que corre consistentemente y lo ha estado haciendo durante años, podrías asumir que esa persona ama correr, que espera con ansias cada carrera y que correr simplemente le hace sentir bien.
Las probabilidades son, sin embargo, que esa persona no siempre tiene ganas de correr, tiene otras obligaciones que requieren atención y puede que no se sienta genial mientras corre.
La diferencia es que esa persona ha decidido que correr es importante, lo ha convertido en una prioridad y tiene la disciplina para correr ya sea que se sienta “motivado” o no.
Paso 2: Acepta que tus metas requieren correr
¿Cuáles son tus metas?
¿Salud física y mental? Sabes que te sientes más positivo y lleno de energía los días que corres, ¿quizás quieras más de eso?
O tal vez solo quieres dar un buen ejemplo a tus hijos y mostrarles con tus acciones que hacer ejercicio regularmente es importante.
Quizás ves a personas de 80 años corriendo y deseas estar tan en forma como ellos cuando llegues a esa edad.
Cualesquiera que sean las razones, es importante reflexionar sobre esto.
Acepta que no puedes lograr estos objetivos si no corres.
También es importante saber que está bien si, después de reflexionar, decides que aunque piensas que deberías correr, realmente no es algo que quieras hacer. En este caso, date permiso para dejar de intentar obligarte a correr.
Después de todo, correr no es el único ejercicio que existe. Quién sabe, una vez que dejes de pensar en correr, podrías abrirte a explorar otras actividades y descubrir una pasión por el ciclismo, natación, el baile, el boxeo o el yoga.
Paso 3: Solo Hazlo
Si decides que correr regularmente es importante para ti, el siguiente paso es, parafraseando el eslogan de Nike, “Solo Hazlo.”
Deja de pensar en si tienes ganas de correr o no, y simplemente ponte tus zapatillas de correr y sal por la puerta todos los días (o cada dos días, o cualquier horario que hayas decidido que es adecuado para ti).
Empieza a tratar el running más como un hábito que como algo que solo haces por diversión.
Pon el running en la misma categoría que pones tus otras obligaciones: ir al trabajo o a la escuela, pasear a tu perro, cuidar de tus hijos, pagar tus facturas, cepillarte los dientes.
Si lo piensas, probablemente puedas enumerar docenas de cosas que haces regularmente, ya sea que te gusten o no. Las haces por un sentido de obligación o responsabilidad y porque las recompensas o beneficios a largo plazo superan cualquier molestia o antipatía a corto plazo.
Para convertirse en un hábito regular y de por vida, el running debe estar en esta categoría. Debe suceder independientemente de cómo te sientas o si estás motivado.
Cuando suene tu alarma por la mañana, no pierdas tiempo pensando si quieres levantarte o si hace demasiado frío afuera o si correrás más tarde. Ya has decidido que correr es innegociable, así que simplemente te levantas y lo haces.
Paso 4: Minimiza Tus Barreras
Dicho esto, no es irracional minimizar las barreras que realmente pueden dificultarte mantener tu compromiso.
Si nunca has sido una “persona mañanera”, entonces no te comprometas a correr por la mañana. Si normalmente tienes obligaciones familiares los fines de semana, no te comprometas a correr los fines de semana.
Trabaja con tus inclinaciones naturales y circunstancias actuales al decidir cuándo correr, no en contra de ellas.
También es crucial que tus metas y planes de running sean razonables.
Si eres un corredor principiante, o no has corrido en mucho tiempo, por ejemplo, no te comprometas a correr 40 millas a la semana o a mantener cierto ritmo. Empieza despacio, con distancias cortas, y deja que tu cuerpo te diga cuándo acelerar o ir más lejos.
En este punto, el objetivo es simplemente desarrollar la disciplina para convertirte en un corredor constante, así que concéntrate en simplemente salir por la puerta regularmente.
¡Una excelente manera de lograr esto es seguir un plan de entrenamiento!
También es importante, por supuesto, permitirte descansos cuando realmente no deberías correr, como cuando estás enfermo, lesionado o tienes asuntos familiares importantes e inesperados que requieren tu atención. Ser un corredor constante no significa correr pase lo que pase, sino casi pase lo que pase.
Los Hábitos Generan Motivación
“El estado de ánimo sigue a la acción” – Ultramaratonista Rich Roll
Una vez que te hayas convertido en un corredor constante, es posible que desees establecer metas más grandes o encontrar razones para “motivarte” a correr más rápido o más lejos. Esto es genial, pero siempre ten presente que correr en sí mismo es innegociable.
Y, aunque es difícil encontrar la motivación para convertirte en un corredor constante, una vez que te conviertes en uno, puede que, como sugirió Picasso, descubras que la motivación, o la inspiración, te encuentra.
“La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando.” – Pablo Picasso
Tal vez podamos inspirarte a construir hábitos de running constantes con nuestros planes de entrenamiento.
¡Échales un vistazo!
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